lunes, 9 de febrero de 2009

Ricardo Luis Mascheroni



La debacle de la economía mundial, parece haber puesto al mundo al borde un abismo insondable con consecuencias imprevisibles e impredecibles, y cuya duración y fin pocos podrían pronosticar.

El boom del crecimiento ilimitado, las ganancias obscenas y el consumismo irresponsable e individualista comienza a desvanecerse en el aire cual pompas de jabón. El Titanic empieza a hundirse, pero la orquesta se empeña en seguir tocando la misma melodía y el capitán cree que el buque tiene salvación y reparte salvavidas para la primera clase y deja librada a su suerte a los de segunda y tercera.

En dicha sintonía, los gobiernos desorientados y a través de operaciones de rescate monetarista y fiscales tratan de preservar a los irresponsables que causaron la hecatombe, sin importarles que el trabajo, los ahorros y el sacrificio de los que menos tienen se inmolen en el aquelarre de la timba especulativa mundial. Como en tantas otras crisis, se quiere hacer realidad el decir de Robert McNamara: que “los enfermos donen sangre a los sanos”.

Lo que muchos parecen no saber, es que esta crisis comenzó en los setenta con la crisis del petróleo y los petrodólares, y que lleva años incubándose detonando con el estallido de la burbuja inmobiliaria, que eran casi como dolores de pecho antes del infarto masivo. Bancos, financieras, constructoras, empresas de servicios, comunicaciones y el complejo industrial mundial se han conmovido por la onda expansiva de esta implosión. También aquellas empresas que nos anunciaban la alegría permanente y que lucran con los divertimentos, el turismo y los vicios tienen jaquecas por esta crisis. La merma en estas actividades, además ha impactado fundamentalmente sobre las compañías aereas, las que se encuentran al borde del crac generalizado en todo el planeta.

La Capital del vicio, Las Vegas, ha acusado el golpe, con menos visitantes en sus casinos, cada día recaudan menos. Anticipándose a los tiempos de vacas flacas en su respectivos países, los grandes gerentes de casinos, desde bastante tiempo atrás, salieron a la caza de nuevos incautos en las zonas periféricas del mundo, presionando o induciendo a las autoridades respectivas a aceptar la instalación de salas de juegos en sus territorios. Los consabidos cantos de sirenas para poder radicarse en uno u otro lugar, repiten hasta el hartazgo la muletilla de que generarán más inversión, mayor recaudación de impuestos, turismo y la creación de miles de puestos de trabajo, lo que casi nunca se cumple y siempre el remedio es peor que la enfermedad. Quizás la falta de información o la ignorancia, hayan sido las causas que posibilitaron romper los muros de contención que prohibían saludablemente la radicación de estos “divertimentos”.Para ello, seguramente debe haber existido una mirada tuerta, cuando no directamente interesada en el tema, que ha jerarquizado el aspecto económico y la rentabilidad de unos pocos, sin un análisis profundo y serio sobre los impactos negativos de los mismos en la economía, trabajo, salud y valores sociales de los pueblos.

Posiblemente, en forma ligera y sin un estudio a fondo, muchos podemos habernos adherido, de una forma u otra a estas iniciativas, dentro de la esfera del poder y con las limitaciones y regulaciones del caso. Pero, al profundizar la información sobre esta problemática, se abre un panorama francamente preocupante. Por ello, recojo algunas opiniones y estudios sobre el tema, para que puedan evaluar las implicaciones de estos “negocios” y nadie pueda alegar ignorancia o decir “yo no sabía o nadie me avisó”.

En general, los principales análisis a los que he tenido acceso y que me han servido de fuente, coinciden en resaltar que la instalación de casinos producen graves efectos negativos, entre los que se señalan: Incremento en la comisión de delitos, pérdidas en los negocios y el empleo, quiebras y bancarrotas, suicidios, enfermedad, costo de servicios sociales, costos familiares, abuso monetario, bancarrotas, desfalcos, asesinatos, robos, corrupción politica, fraude, falsificación, trafico de drogas, ausentismo laboral, endeudamiento, ansiedad, problemas familiares y sociales, vagancia, derroche, prostitución, alcoholismo y drogadicción, agiotismo, y la aparición de entidades concentradoras del ingreso, ya que basan su negocio en la captación de ahorro en detrimento de la mayoría de la población, lo que constituye una de las caras del fenómeno de la desertificación monetaria.

Explicar todas las consecuencias nefastas, excede la extensión de esta nota, no obstante puntualizaré algunas de ellas, por su alto impacto social.

Inseguridad y criminalidad(*)
Investigaciones de la Universidad de Illinois EE.UU., determinaron que en un período de 20 años los condados estadounidenses que han contado con casinos aumentaron en 44% su índice delictivo. El propio periódico, New York Times en un articulo, señala que en la ciudad de Delta Town, EE.UU., a partir de que se establecieron nuevamente casinos, no se erradicó la pobreza ni ha mejorado el nivel de vida; en cambio si subió la criminalidad en esa área urbana.
Un análisis realizado en Nueva Zelanda, estableció que si se abren casinos en las zonas urbanas de este país la criminalidad aumentaría en 52%.

Una encuesta a funcionarios de servicios sociales de Carolina del Sur, Montana y Oregon, en EE.UU., culpan al juego por abuso de drogas y alcohol y de otros impactos sociales negativos.
“Atlantic era el lugar número 50, en los Estados Unidos en materia de seguridad. A tres años de que se autorizó el juego en Atlantic pasó del 50 al primer lugar en materia de inseguridad”. (1)
Estos botones de muestra, son un espejo donde mirarnos.
Concentración del ingreso y pérdidas económicas (+) Los ahorros y fondos destinados a gastos individuales diseminados, son absorbidos por unos cuantos empresarios del juego, en detrimento de la mayoría de la población, que podría dedicar tal ingreso a actividades de producción, inversión u otros consumos que favorecerían la distribución del ingreso en espectros geográficos y poblacionales locales y regionales.

Según investigaciones serias, por cada 34 U$S de beneficios se pierden 190 U$S por costos sociales, una relación negativa de 5.65 a 1. Por lo que una economía que tolera casinos empeora en 156 dólares per cápita, si se compara con la misma economía donde el juego de casinos se prohíbe.

Esto permite afirmar a los investigadores, en razón de las cifras actualmente disponibles, que el juego de casinos no pasa un análisis de costo beneficio teóricamente fundado y teóricamente válido.
En un análisis más “optimista”, los economistas Earl L. Grinols y David B. Mustard encontraron que “los costos de los casinos son por lo menos 1.9 veces más grandes que los beneficios”. Cada dólar de utilidades.-y otros beneficios sociales- les cuestan a los contribuyentes al menos 1.90 dólares, derivados de la comisión de delitos, suicidios, bancarrotas y en los onerosos problemas sociales generados”.

En las ciudades pequeñas con casinos que visité, las agencias de quiniela (que también viven del juego, pero permiten a muchas familias locales subsistir de esa actividad), prácticamente han desaparecido.

Fuga de divisas y desertización monetaria
En los casos en que los Casinos son de empresas extranjeras, las ganancias se remesan a sus casas matrices, por lo que esa masa dineraria desaparece de la región para nunca más volver, lo que es más peligroso en momentos de crisis como los que vivimos.
La exportación de divisas se perfecciona a través de los mecanismos siguientes: envío de utilidades, transferencias a la matriz extranjera, regalías por licencia, derechos de uso de marca, por uso de tecnología, por utilización de procesos, utilización de “know how”, los sueldos del personal directivo extranjero, costos de capacitación y el pago de otros insumos extranjeros.
Además los casinos ofrecen tarifas dumping, subsidiadas por el juego, lo que sería competencia desleal, vía promociones, descuentos, paquetes o cortesías, a otros negocios turísticos y hoteleros de la región.
En un artículo titulado “La Desertización Monetaria”, publicado en La Opinión de Rafaela, 06-02-08, decía: “El neocapitalismo global expande sus mercados y maximiza sus ganancias, incrementando la tasa de transferencia monetaria desde los países empobrecidos hacia los enriquecidos del mundo, lo que le reporta no solo más divisas, sino fundamentalmente poder de decisión en unas pocas manos y por encima de los Estados mismos."
"Dentro de ese esquema… los shopping, hiper y megamercados, bancos, casinos y salas de juegos y empresas de servicios (telefonía, turismo, medicina privada, etc.), de capitales globales, cual barrenos que horadan la piedra, van succionando hora a hora, día a día y año a año, el esfuerzo, el trabajo, el sacrificio y el ahorro de los pueblos en que se aposentan, con una rentabilidad mayor y más desproporcionada que en sus países de orígenes, que es remesada a sus casa centrales sin solución de continuidad."

"No hay nada nuevo, ya la famosa Armada Invencible española en la conquista de América llevaba las bodegas de sus barcos cargadas de oro y plata de sus colonias, rumbo a la metrópolis". Ahora no se necesitan grandes flotas, se hace con asientos contables y dinero electrónico.
La instalación de casinos profundiza la desigualdad ya que transfiere el ingreso nacional de la de la población a unas pocas empresas de juego, por lo general extranjeras.
Pero la realidad es más cruda: el vicio de jugar --casi tan viejo como el mundo-- alcanzó en los últimos años proporciones alarmantes.
Detrás de este negocio aparentemente banal, se mueve un negocio que rivaliza, en volumen, con la industria petrolera o la venta de armas, pero es difícil establecer una comparación precisa, debido al secreto que envuelve las actividades vinculadas al juego.” (2)
Juego y salud

La Asociación Médica Británica (BMA) publicó un estudio sobre los adictos al juego, especialmente preocupada por adolescentes. El estudio observa que la adicción al juego entre adolescentes puede llevar a problemas de comportamiento como faltar a clases, robos y comportamientos agresivos. También observa que la investigación ha demostrado que el juego entre los jóvenes suele ir acompañado de otras actividades adictivas como el consumo de drogas y alcohol, y está ligado al crimen juvenil.
También surgen problemas psicológicos por el juego excesivo, que pueden incluir ansiedad, depresión, culpa y pensamientos suicidas. También pueden verse afectadas las relaciones con la familia y los amigos, llegando en ocasiones a la separación y al divorcio.
El estudio de la BMA observaba que, en el mundo, tener bajos ingresos es uno de los factores asociados con los problemas del juego. Tener pocos ingresos puede ser una razón para jugar, con la esperanza de ganar. Asimismo, jugar puede llevar a tener bajos ingresos como resultado de perder constantemente.

En Gran Bretaña, las personas en las categorías de ingresos más bajas suelen tener el triple de riesgo de acabar con problemas de juego que el resto de la población, observaba el informe.
Además, un elemento de preocupación indicado por la BMA es que el tipo de juego más problemático en Gran Bretaña se asocia con los juegos en casinos. (3)
“En 1990 el Departamento de Salud Mental del estado de Maryland informó que el 62% de los jugadores problema estuvieron involucrados en actos delictivos. Ese mismo año la Asociación de Jugadores Anónimos reveló que el 57 % de sus miembros reconoció haber robado para seguir apostando”. (4)

Dentro de las patologías generadas por el juego se destaca la Ludopatía, “que consiste en una falsa creencia de que se puede obtener dinero fácilmente, sin trabajar o sin esforzarse mucho, y que en cualquier momento se puede resarcir de pérdidas económicas importantes. Así, se forma un sistema de falsas creencias acerca de una ganancia económica fácil y por otro lado de recuperarse de las pérdidas, ya que consideran que con un golpe de suerte, podrán cambiar la situación adversa. Después de perder dinero, se intenta recuperarlo, se engaña a la familia para ocultar la implicación con el juego, se cometen actos ilegales como falsificación ó fraude; se arriesgan las relaciones interpersonales, trabajo y oportunidades educativas; se confía en que los demás proporcionen dinero que alivie la situación financiera”. (5) Según la OMS, la ludopatía es una enfermedad progresiva y mortal.

Dejo librada a su imaginación las partes de las investigaciones referidas a temas como: las mafias, el crimen organizado, la corrupción, el lavado de dinero, los chanchullos de los políticos y toda otra serie de calamidades asociadas al juego.
Cuando tenga ganas de jugar unas fichitas, piense estas cosas y tal vez destine ese dinero a cosas más saludables y productivas, y recuerde como decían nuestros abuelos “de Enero a Enero el dinero es del banquero”.