Una no sabe por dónde empezar. Pero siento la necesidad de decir algo más allá del impotente comentario de repulsa, de asco, de indignación que producen las noticias de los medios de información sobre la masacre de Palestina. Porque para mí es eso, por mucho que intenten disfrazar o justificar la realidad. No es ni más ni menos que un exterminio a sangre fría, una matanza brutal que encima intentan vendernos como “defenderse de los terroristas”. Una vez más hay dos varas de medir: víctimas de primera y de segunda categoría, terroristas de los que hay que defenderse y terroristas de Estado justificados y arropados por países supuestamente democráticos.
Yo no puedo entender de ninguna manera que nadie, absolutamente nadie, pueda justificar el asesinato de ningún ser humano bajo ningún concepto. Pero es repulsivo ver como la comunidad o los organismos internacionales, las naciones, los países, de aquí y allá…me da igual…asisten impasibles a semejante masacre.
Sí, he dicho “asisten impasibles” y no creo que haya errado mucho .Porque cuando unos mandatarios de diversos países se dedican a hablar y hablar , si la diplomacia, y el tiempo pasa y los asesinatos del Estado israelí aumentan…cuando
Eso sí después como ya es costumbre, se mandarán soldaditos de
Pero, ¿dónde están la legalidad y los tan nombrados derechos humanos ante el lanzamiento de bombas con fósforo, el bombardeo de objetivos civiles como hospitales, escuelas, campos de refugiados, …? Y, por si todo esto fuera poco, una zona convertida en una ratonera de la que no hay escapatoria. ¿Cómo se puede justificar todo esto?
Es indignante comprobar adónde el capitalismo a abocado a la humanidad: a un mundo poblado de guerras por petróleo, por agua, por el mineral que incorporan a los móviles y a los ordenadores, por los recursos naturales que poseen otros….no se duda en cargarnos el planeta y de paso a sus habitantes.
En fin, yo quisiera hablar de paz, quisiera creer que otro mundo es posible, pero tengo el corazón encogido y un nudo en la garganta, y mucha rabia y mucha impotencia…Y sin embargo creo que debemos ser nosotros, los que todavía no tenemos necesidad de reconstruir nuestra vida porque nadie se ha encargado de destrozárnosla, los que adquiramos el compromiso de enseñar a las generaciones venideras a luchar por el respeto a los derechos humanos y que sólo el diálogo, el respeto y el apoyo mutuo entre las personas y los pueblos es el camino para el entendimiento y la paz.
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