lunes, 25 de febrero de 2008

PARAMOS DE ALBARDIN


Paramos de Albardin, fragancias a romero y tremonzillo, aquella sabina a la lejanía, balanceada al cierzo que nos remonta a tiempos pasados, a ese ladrillo de arena llamado adoba que construyo nuestro pasado. Pisamos la misma arenisca, la arcilla, las margas, los yesos; andamos entre sus contrastes de tonalidades rojizas, ocres y el brillo del Sol; erosionando un perfil de cárcavas y barrancos, reservando al horizonte pinceladas de esperanza.

Sol y boira, polvo de una tierra que a veces quiere huir, quizás buscando el mar. Buscando la mar olvidando la sed en pozas y balsas, entre nubes que pasarían desapercibidas sino narrasen nuestra historia. El botijo y la bota hablan de aquellas historias, de las manos que segaron sin cesar, de las manos de las mujeres frotando el esparto, sangrando y forjando sogeta. De los secanos, la trilla, los hornos de yeso, la sal y el no reblar; la rasmia de la supervivencia, la jada al hombro y el pastor de nuevo con el horizonte, plantando cara a la sed, al cierzo, al polvo y al Sol.

Relieve árido, aliagas, cardos, en un marguin florecen ababoles; pasos más allá, el pastor oteando el horizonte, escucha el eco de las gaitas, el rebadán danza y los palos golpean el suelo levantando más polvo que quiere ser agua que riegue el trigo, que dé cosecha y quite el hambre. Los buitres planean buscando esa muerte, las raposas recorren los montes, las sierras que un hombre de negro las hizo suyas por ese hambre y esa sed. El bandido Cucaracha trabuco en mano baja de la sierra de Alcubierre, desde las cuevas bandoleras, por los sabinares de Pallaruelo hasta los confines de Jubierre. El arraclán, de negro aguarda la noche, y al ver al Cucaracha decide no fizar sino observar la noche iluminada por incontables estrellas. Miguel el ermitaño cuenta de la Luna un cráter de un tal Martín Cortés de Albarca, Monegrino quien para el Zerrudo llego “muy lejos”.

La noche es misteriosa en Los Monegros, de fuego al atardecer, de silencio y soledad; de susurros de las piedras, de un cielo que hace cavilar. De sueños y esperanzas, de un futuro por el que luchar y poder volver a mirar las estrellas sin esa luz cegadora que intoxica el alma. De sentir la tierra nuestra, con el sudor de nuestros antepasados y la conciencia de no vender tanto trabajo, de vender sufrimiento y amor a esta tierra dura y hermosa. Muchos labraron el camino y construyeron un hogar; y ahora, es rabia ver tanta resignación después de ver tanto sudor, de ver como se vende sin querer luchar por un nuevo amanecer, sintiendo la tierra y sus gentes. Rabia por vender esta tierra sin cavilar en esas noches que tanto se miro al cielo y quizás nadie más vuelva a mirar un cielo igual. Mi rabia se quedara en esa soledad, anhelando Los Monegros que viví y soñé, que quise construir. Mi rabia yacerá ante tanto despropósito, hacia una nueva soledad donde ya no estarán mis Monegros, ni ese amor por un futuro que se vendió.


LMNSV

1 comentario:

Freaky_Styley dijo...

olé kios! estais hechos unos poetas, muy wapo, de verdad. ¡¡¡Cucaracha vive, la lucha sigue!!!